jueves, 15 de septiembre de 2011

TRES POEMAS DE ALVARO TRUJILLO C.


NO ES POLLO BORRACHO NI GALLINA SUDADA

Corte los recuerdos en trozos pequeños.

Ponga los buenos en una taza y guárdelos en la nevera.

Al resto agréguele los insultos previos a la ruptura

y sofríalos en una sartén grande.

Se vierte una copa de lágrimas y se mezclan con dos de vino.

En una olla pequeña raye las horas de autosaboteo.

Se pican las fotos, los discos y las cuentas mancomunadas.

Lave bien las tristezas y haga un puré con ellas.

La rabia se corta en cuadritos

y se agrega al guiso con bastante sal.

Rocíe 200 gramos de ilusiones perdidas

y dos puños de decepción.

Tape y deje hervir por lo menos 6 meses

hasta que todo se ablande o se evapore.

Mientras tanto cocine su amor propio a fuego lento

entre familiares y amigos.

Cuando ya no quede nada del guiso amargo

puede comenzar a preparar una ensalada de frutas

con lluvia de amores nuevos.

Ésta se sirve desnuda

en un plato para dos

y se come con los dedos.

EVA VERDADERA

Conozco a la verdadera Eva y no es la primera mujer.

Ella vive en mi ciudad

en un cerro forrado de revólveres y tambores.

Eva no se llama Eva

y su nombre actual no le gusta.

Es una amazona auténtica a la que le falta el seno derecho.

Su flecha me alcanzó el otro día

mientras jugaba solo al escondido.

Esta Eva no tiene edad,

pero suele confundirse con adolescentes de iglesias.

Esta Eva casi no habla por teléfono,

pero sabe chismes de ascensores, planetas y elefantes.

Eva baila, te sonríe desde un bus y nunca trabaja.

Tiene la piel gitana, un caminar altivo

y una perra moribunda.

Esta Eva ya olvidó a su Adán que está preso.

A veces piensa hacer un curso de computación.

Algunas noches busca a su amiga Martha

para que le adivine el futuro entre los caracoles.

No me canso de ver los ojos malandros de Eva.

Allí encuentro lágrimas de selva nublada:

aguaceros de mayo que caen en febrero.

Cuando niña ella quería ser maestra,

pero metió la pata muy pronto con Adán.

El bebé de Eva llora como los gatos de las escaleras.

Los dos pasan el hambre hereje

y el estómago les suena como cuando en la casa se va el agua.

Cada vez que Eva va a botar la basura

los hombres del barrio paran la cerveza.

Cada vez que ella es invitada a una fiesta

los disparos en su nombre acaban con la rumba.

Yo comprendo a Eva

y escucho su miseria hasta la madrugada.

Siempre me cuenta las historias sagradas al revés

y yo le creo,

porque he aprendido a amarla

con todo el amor de sus costillas ausentes.

EL JUGADOR

Los caballos no temen al agua

pero Gran Sol perdió hoy en la última de la tarde.

Me he venido bajo una catarata de rencores

con los bolsillos secuestrados y extrañando el reloj.

Me he venido con el alma de mala gana

por la carretera del descaro y dramatizado en alcohol.

Perdí la casa, la familia,

el pasaje y la fe en la fotografía.

Sólo me queda un desconcierto en el ojo no apostado

y el fango amargo del ganador en los labios.

Soy un caballo frenado injustamente

en la recta final de la vida

cuando pagaba dividendos altos de soñador.



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