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lunes, 31 de agosto de 2020
HEMINGWAY Y LA GENERACIÓN PERDIDA
domingo, 30 de agosto de 2020
El decálogo de Carlos Fuentes para el joven escritor latinoamericano
1.- Los libros no se escriben solos ni se cocinan en comité. Escribir es un
acto solitario y a veces aterrador.
2.- Leer mucho, leerlo todo vorazmente.
3.- No hay nueva creación literaria que no se sostenga sobre la creación literaria,
de la misma manera en que no hay tradición que perviva sin la savia de la
creación: no hay Lezama sin Góngora, y no hay desde ahora Góngora sin Lezama.
4.- Hay que preservar la imaginación.
5.- La realidad literaria no se limita a reflejar la realidad objetiva. La
primera añade a la segunda algo antes no estaba ahí, enriquece y potencia la
realidad primaria.
6.- La literatura tiene una relación directa con la historia. Aporta a la
ciudad la parte no escrita del mundo y se convierte en lugar de encuentro.
7.- Una vez publicada, la obra literaria deja de pertenecer al escritor y se
convierte en propiedad del lector.
8.- No se dejen seducir ni por el éxito inmediato ni por la ilusión de la
inmortalidad.
9.- El escritor tiene que asumir su posición social. Su presente le impide
sustraerse de su compromiso, no a la manera de Sartre, sino al libre compromiso
ciudadano.
10.- Lo dejo a la imaginación, la palabra y la libertad del joven escritor.
viernes, 28 de agosto de 2020
Por Carlos Torres Bastidas
Alejandro comenzó a correr entre otras
cosas, porque ya tenía cuarenta años, porque se lo ordenó la doctora Eloina de
La Hoz, que está bien buena por cierto,
también porque quería imitar a Murakami,
porque tenía una guerra a muerte con el sobrepeso, porque los domingos eran muy
aburridos, además porque tenía que dejar de beber tanto. Hizo un primer intento
con la natación, pero el agua siempre está muy fría y se estaba resfriando a
cada rato. Tenía además que terminar de criar a su hija de tres años, pagar la
universidad de la mayor, y publicar aquella novela que escribió hace dos
décadas y no había logrado publicar, demasiadas groserías Alejandro. El
manuscrito se había perdido en manos de una amante, experta en biomedicina que
trabajaba con el Dr. Jacinto Convit,
quien es el único que la ha leído y que
está vivo. El sol estaba
calentando al igual que los músculos de sus piernas. Las dos primeras vueltas
son las más importantes, aquí en Los
Próceres el circuito es casi perfecto, 1.300 metros según El Muta, quien es
un verdadero deportista y hombre de familia, me gustaría ser como él, ya que
fue futbolista, tiene igual que yo dos hijas, corre todos los días, nada cinco
piscinas, y a pesar de sus 50 años se mantiene en excelente forma, su esposa
está delgada y tiene un clínica odontológica,
sobre todas las cosas es un tipo muy popular, tiene muchos amigos a
quien les prepara parrilla todos los domingos. Es un carajo arrecho, de eso no
hay duda, continuó Alejandro cuyo sudor ya había comenzado a correr con gran
esfuerzo del cuello a la espalda. Hace
tiempo este circuito estaba muy abandonado, sin embargo El Muta nunca dejaba de
venir. Alejandro siempre buscaba un pretexto para quedarse sentado en la barra
de algún restaurante chino, donde las cervezas siempre estaban heladas y la
lejana compañía de un televisor mudo, con algún anónimo partido de futbol, lo
acompañaba en esas tardes de domingo que siempre son una verdadera
ladilla. Alejandro entró en calor,
aunque más le gustaría estar metido en la piscina del Círculo Militar con Sandy
Bullock, de la que siempre ha estado enamorado y más ahora, que se separó de
ese repulsivo tipo tatuado que le pegó cacho y que prefiere acostarse con
bailarinas y actrices porno. Al igual que a Murakami le gustaba mucho escuchar
música de los ochenta, mientras corría: Michael Jackson, Madonna, Los Bee Gees,
George Michael, y que le ayudan a mantener el ritmo de cada paso. Ahora sentía
la espalda sudada. Prefería hidratarse al terminar las ocho vueltas del circuito,
siempre lo terminaba en dos horas. Si su cálculo era correcto, cada vuelta se
daba en quince minutos, si daba ocho vueltas corría 10.400 Kmts, un buen
promedio según El Muta. Esa mañana de
domingo se encontró con su amigo, no venía corriendo a la contraria de todos
como siempre, sino que daba pasos lentos y venía cabizbajo. En ese momento se
detuvo el coro de “Stayin alive”.
Alejandro se quitó los audífonos para saludar a su amigo el corredor. “Hola
hermano, ¿cómo está todo? ¿Y las niñas?”. “Bien, bueno más o menos”, “¿Y tu
mujer?”. “Se fue”. Alejandro paró en seco: “¿Y esa vaina?”, “Conoció a un tipo
soltero, que fuma que jode, bebe caña, juega caballos y es más joven que
ella.”, “¡Coño!”, “Así son las vainas hermano” concluyó El Muta con resignación.
En
ese momento Alejandro quiso reanudar la carrera, pero vino a su mente la imagen
de la hermosa mujer rubia que conoció en el supermercado, sacó el Blackberry y
marcó su número.
Cs,
28-08-2020.
Esta mañana me encontré con mi vecino
Danilo. Venía algo demacrado, de inmediato le pregunté ¿qué fue lo que le pasó?
Su semblante estaba muy blanco, y pensé que «ese muchacho tenía que ir para la
playa».
«Anoche me robaron el carro, partieron el
vidrio trasero, y al parecer el tipo quiso sacar el reproductor MP3»
«Bueno, menos
mal que no pasó nada más»
«El vigilante
escuchó cuando rompieron el vidrio»
Es muy raro que con todo ese escándalo
nadie se hubiera dado cuenta.
«En fin…todo se
recupera menos la vida, lo que me preocupa más es que hoy tengo que casarme, y
no creo que pueda hacerlo en este estado»
Realmente vi que no estaba en condiciones
para eso. Le faltaba un brazo, del cual había quedado un muñón seco y desgarrado.
También su garganta mostraba moretones y sangre seca. Pensé que era difícil que
asista a una boda en ese lamentable estado.
«Hermano, creo que primero deberías ir al
hospital, o algo así, tu novia comprenderá»
«No lo creo, tú no sabes cómo es esa mujer
de regañona, y generalmente lo que dice, se cumple.»
Busqué al vigilante para decirle que Danilo
estaba en unas condiciones muy extrañas, pero no lo encontré. Vi la pantalla de
la computadora donde están las secciones de las diversas tomas de las cámaras
de seguridad. Por curiosidad o instinto
busqué la imagen para ver qué fue lo que le sucedió al vecino esa madrugada.
Se ve llegando a golpe de una. Abre la reja
para estacionarse. Una sombra negra se va acercando al pequeño vehículo, luego
se ve el parpadeo de la alarma del carro. No se puede ver exactamente qué fue
lo que sucedió. Se distingue al final un inmenso perro o lobo que sale con un
brazo de Danilo entre sus fauces. No
podía creer lo que veía, retrocedía una y otra vez la escena. Salgo de la
garita sin saber qué hacer o decir…
«Alejandro, ya es hora de levantarte,
llegarás tarde a la oficina» le dice su esposa que todavía bosteza.
«Está bien, está bien, quédate tranquila,
tuve una noche muy pesada»
Con mucha calma, con cierta flojera se
levantó, se duchó y se puso el traje para ir a trabajar. Tomó un café negro
amargo y bajó al estacionamiento y miró el carro de su vecino. Alarmado vio el
vidrio roto, fragmentos de vidrio por todo el estacionamiento. «Qué vaina con
esta inseguridad». Marcó el código para desbloquear el carro y meter el maletín
de la laptop. Abre la maleta y con
cierto asombro y desagrado se encuentra con un brazo desgarrado y lleno de
sangre.
El Camino de Santiago,
más que
una peregrinación espiritual.
Por Carlos Torres Bastidas
En primer lugar se plantea un encuentro
interno, con tu vida, con tus experiencias, y cada paso que damos, acompañado
de un bordón, de una mochila, tus zapatos de caminar, poca ropa, y en mi caso
un libro: La Biblia. Cada paso que damos va marcando un ritmo en nuestro
interior. Comienzan a aflorar imágenes, recuerdos de nuestra vida y memoria más
remota: Se conjugan el pasado con el presente, se perfila lo que tal vez
termine siendo nuestro futuro. El camino se presenta como una experiencia única
e intransferible de crecimiento físico, mental y espiritual.
No todos estamos preparados para alcanzar
esa meta, ese sendero en el cual nos embarcamos y que se convierte en una
metáfora de nuestra vida. Nada nos
garantiza el éxito cuando comenzamos con esta experiencia mística. Muchas
personas pueden abandonar, preguntarse qué están haciendo tan lejos de su
hogar, de su familia, de sus hijos, de la mujer que aman, de sus raíces. Y
muchos renuncian, pueden sufrir accidentes, y en algunos casos hasta perder la
vida.
Se deben superar muchas barreras y
obstáculos físicos, cansancio, ampollas, dolor. Sólo hace falta para iniciarlo,
humildad y valor. Esta humildad no es para humillarnos, y nuestro valor lo
mediremos nosotros mismos.
Según cuenta la leyenda, Santiago, uno de
los apóstoles, una vez muerto Jesucristo, con una profunda alma de peregrino,
se encaminó por los caminos de Dios, hacia España, hacia el Finisterre.
Santiago se dedicó a evangelizar a los paganos habitantes de la península por
muchos años. Luego de cumplir con su trabajo por esas tierras, Santiago vuelve
a Palestina, donde es capturado y ejecutado por orden de Herodes Agripa. Sus
discípulos roban su cuerpo y se embarcan en una pequeña balsa.
Siete siglos y setenta años después, una
lluvia de estrellas revelan a los cristianos, el lugar donde se encuentran los
restos de su santo patrono. Y se cree fervientemente, que esos restos, son los
que se encuentran en el arca que está bajo el altar mayor en la Catedral de
Santiago de Compostela.
La motivación más importante, es que la
persona que va a emprender el viaje, ya sea mental, espiritual o físicamente,
esté dispuesto a renunciar temporalmente a los bienes y las ataduras que le
retienen habitualmente.
Es necesario que antes de emprender el
Camino, el caminante ya se haya convertido en peregrino. No sabemos qué impulsa
a una persona, a someterse a esta prueba
trascendental en su vida. Qué puede llevarlo por caminos y tierras desconocidas
e insospechadas, andar por muchos kilómetros, en completa soledad, algunas
veces acompañado por amigos de ruta, que pueden estar junto a ti por varios
días, o semanas, y luego desaparecer, para no saber de ellos nunca más. Tal
como sucede en la vida.
Lo que sí podemos decir, es que tras esta
peregrinación, nuestra vida cambiará profundamente. Y pasaremos a ser otra persona,
demostraremos a nosotros mismos, y a los demás que este esfuerzo de caminar por
trechos tan largos, con sol, con lluvia, de madrugada, de noche, es realmente
valioso. Que fue importante conocer esos sitios y personas de fe
inquebrantable, que lograste conocer mientras ibas dejando tu huella en el
sendero y en sus vidas.
Símbolos del Camino. Acciones y contemplaciones
¿Desde dónde se parte? Dicen que una vez que sales de su casa, y en mi caso fue desde Caracas, vía Frankfurt. Luego de haber entrenado por meses en el Laguito del Círculo Militar, donde caminaba diariamente por 3 o 4 horas, donde como buen budista hacia daimoku, es decir recitar el mantra Nam miojo rengue kio, y continuar con fe, a que lograría alcanzar esa meta. Desde Alemania tomé un autobús que recorrió parte de Francia, hasta finalmente llegar a la ciudad de Burgos, para iniciar desde allí la caminata.
En Burgos pude adquirir varios símbolos y objetos, necesarios para continuar con la peregrinación. Compré un bordón, un excelente y fuerte compañero para las etapas más duras del camino. Una concha, que es el símbolo por excelencia del peregrino, y es una señal que nos permite identificar a otras personas, que están haciendo el camino. Luego adquirí en la Catedral de Burgos, una credencial de peregrino, que te permite buscar alojamiento en los albergues privados o municipales, y finalmente obtener la Compostela. Esa credencial debía ser sellada en todos los lugares y albergues, que permitan demostrar en la Catedral de Santiago, que se cumplió cabalmente con la peregrinación.
Cuando vemos ese pasaporte, vienen a
nuestra memoria, infinidad de lugares hermosos, paisajes y personas con las que
nos encontramos en la ruta. Las iglesias donde sellar: Sarria, Portomarín, Palas
de Rei, Furelos, Melide, Boente, Arzúa, Santa Irene, Pedrouzo, Monte do Gozo, y
finalmente Santiago de Compostela.
Para la concesión de la Compostela por parte de la S.I. Catedral de Santiago, se aceptan los requisitos que esta tenga establecidos, destacando en cualquier caso, que la Compostela es un documentos que se otorga cuando la peregrinación se hace con carácter religioso y se realiza por lo menos los 100 últimos kilómetros a pie o a caballo ó 200 en bicicleta. Es entonces cuando vemos con orgullo nuestro pasaporte y la Compostela que obtuvimos, y nos damos cuenta de la grandiosa e importante tarea realizada.
El aprendizaje que obtenemos, es que nada es imposible para el que se propone una meta, y tiene fe en alcanzarla, que mucha gente que conocemos y que puede ser por un breve momento, o para siempre, son importantes porque dejaron una marca en tu vida.
Dicen que la Compostela, que es el
pergamino en latín que obtenemos al finalizar el Camino, es el perdón de todos
nuestros pecados hasta el momento, por la iglesia católica. Sin embargo para mí
es un valioso recuerdo, de una hazaña espiritual, y la muestra de haber
cumplido con esa meta.
Para mí fue un encuentro conmigo mismo, de
más de 500 kilómetros a pie, y la posibilidad de conectar con mi energía
interna y aprender básicamente, qué cosas son realmente importantes en nuestra
vida. Y que nuestro paso por este mundo es efímero, temporal y breve. Que tal
como decimos los budistas, el apego a personas y objetos, es la causa de todos
nuestros sufrimientos. Y que hemos venido a esta vida para ser felices.
Muchas personas hacen la promesa de
continuar peregrinando año tras año, hasta alcanzar aquello que se han
propuesto, o por agradecimiento por haber podido recuperar la salud, o una
relación, o aquello que con fe fue solicitado al Apóstol. Ya que esa fuerza
interna tan poderosa, que inspira a muchas personas para luchar contra una
enfermedad como el cáncer, o el luchar por mantener una relación marital, o
alcanzar la felicidad, la prosperidad, el amor de tu familia, rescatar un
negocio, y tantas cosas que agobian de una manera u otra a todos aquellos que
hacen ese acto de fe, y muchas veces lo alcanzan contra todo pronóstico.
¿Por qué entonces, es tan importante para
una persona cumplir con esa peregrinación? Es la conexión indudablemente, entre
la vida terrenal, y esa vida mística, de encuentro con lo divino y lo
sobrenatural. Es esa fuerza que impulsa, que nos revitaliza y nos permite poder
sentir el aliento diario para continuar, la conexión con Dios, o con un santo,
ejemplo de peregrinaje y renunciación, de fe y de apostolado, en su clara
adhesión e imitación de Cristo; el Apóstol Santiago.
Breve reflexión post camino
Actualmente trato de dedicarme realmente a lo que para mí es importante. Es decir, la lectura, dedicar más tiempo a escribir, y poder alcanzar mi sueño, convertirme en un escritor de best sellers, y profesor universitario. Me lo he propuesto como metas, y dedico ahora la mayor parte de mi tiempo a lo que me gusta. La literatura y la práctica del deporte, además de la propagación del budismo. Lo que hace que me concentre más en lo importante, y baje la intensidad con las cosas urgentes, que aunque se que deben resolverse, pues les doy la importancia que merecen. He logrado gracias al Camino de Santiago, establecer estos valores en mi vida, y busco aplicarlos diariamente:
l) La gratitud: Cada amanecer doy gracias a Dios y al universo por todas las experiencias que se presentan en mi vida, por mi buena salud, por mi prosperidad y felicidad.
2)
La perseverancia: Me gusta mucho ser perseverante, y continuar hasta
alcanzar mis metas, graduarme en la universidad, terminar lo que inicio, y ser
constante con cualquier actividad que inicio en mi vida.
3)
La paciencia. Tengo ese valor gracias a Dios, y generalmente gracias a mi
paciencia he alcanzado cosas, metas, y ver el fruto de situaciones que
requerían esperar. Tengo un lema: No desesperar, lo que va a ser será.
miércoles, 26 de agosto de 2020
Entrevista a William Faulkner (II)
lunes, 24 de agosto de 2020
Entrevista a William Faulkner (I)
—¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista? —99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra. —¿Quiere usted decir que el artista debe ser completamente despiadado? —El artista es responsable sólo ante su obra. Será completamente despiadado si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro. Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo... —Entonces la falta de seguridad, de felicidad, honor, etcétera, ¿sería un factor importante en la capacidad creadora del artista? —No. Esas cosas sólo son importantes para su paz y su contento, y el arte no tiene nada que ver con la paz y el contento. —Entonces, ¿cuál sería el mejor ambiente para un escritor? —El arte tampoco tiene nada que ver con el ambiente; no le importa dónde está. Si usted se refiere a mí, el mejor empleo que jamás me ofrecieron fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada qué hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar. En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella; el trabajo da cierta posición social; no tiene nada qué hacer porque la encargada lleva los libros; todas las empleadas de la casa son mujeres, que lo tratarán con respeto y le dirán "señor". Todos los contrabandistas de licores de la localidad también le dirán "señor". Y él podrá tutearse con los policías. De modo, pues que el único ambiente que el artista necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio que no sea demasiado elevado. Un mal ambiente sólo le hará subir la presión sanguínea, al hacerle pasar más tiempo sintiéndose frustrado o indignado. Mi propia experiencia me ha enseñado que los instrumentos que necesito para mi oficio son papel, tabaco, comida y un poco de whisky. —¿Bourbon? —No, no soy tan melindroso. Entre escocés y nada, me quedo con escocés. —Usted mencionó la libertad económica. ¿La necesita el escritor? —No. El escritor no necesita libertad económica. Todo lo que necesita es un lápiz y un poco de papel. Que yo sepa nunca se ha escrito nada bueno como consecuencia de aceptar dinero regalado. El buen escritor nunca recurre a una fundación. Está demasiado ocupado escribiendo algo. Si no es bueno de veras, se engaña diciéndose que carece de tiempo o de libertad económica. El buen arte puede ser producido por ladrones, contrabandistas de licores o cuatreros. La gente realmente teme descubrir exactamente cuántas penurias y pobreza es capaz de soportar. Y a todos les asusta descubrir cuán duros pueden ser. Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte. Los que son buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos. El éxito es femenino e igual que una mujer: si uno se le humilla, le pasa por encima. De modo, pues, que la mejor manera de tratarla es mostrándole el puño. Entonces tal vez la que se humille será ella. —¿Trabajar para el cine es perjudicial para su propia obra de escritor? —Nada puede perjudicar la obra de un hombre si éste es un escritor de primera, nada podrá ayudarlo mucho. El problema no existe si el escritor no es de primera, porque ya habrá vendido su alma por una piscina. —Usted dice que el escritor debe transigir cuando trabaja para el cine. ¿Y en cuanto a su propia obra? ¿Tiene alguna obligación con el lector? —Su obligación es hacer su obra lo mejor que pueda hacerla; cualquier obligación que le quede después de eso, puede gastarla como le venga la gana. Yo, por mi parte, estoy demasiado ocupado para preocuparme por el público. No tengo tiempo para pensar quién me lee. No me interesa la opinión de Juan Lector sobre mi obra ni sobre la de cualquier otro escritor. La norma que tengo que cumplir es la mía, y esa es la que me hace sentir como me siento cuando leo La tentación de Saint Antoine o el Antiguo Testamento. Me hace sentir bien, del mismo modo que observar un pájaro me hace sentir bien. Si reencarnara, sabe usted, me gustaría volver a vivir como un zopilote. Nadie lo odia, ni lo envidia, ni lo quiere, ni lo necesita. Nadie se mete con él, nunca está en peligro y puede comer cualquier cosa. —¿Qué técnica utiliza para cumplir su norma? —Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos. tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo. —Entonces, ¿usted niega la validez de la técnica? —De ninguna manera. Algunas veces la técnica arremete y se apodera del sueño antes que el propio escritor pueda aprehenderlo. Eso es tour de force y la obra terminada es simplemente cuestión de juntar bien los ladrillos, puesto que el escritor probablemente conoce cada una de las palabras que va a usar hasta el fin de la obra antes de escribir la primera. Eso sucedió con Mientras agonizo. No fue fácil. Ningún trabajo honrado lo es. Fue sencillo en cuanto que todo el material estaba ya a la mano. La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. Sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a las catástrofes naturales universales, que son la inundación y el fuego, con una motivación natural simple que le diera dirección a su desarrollo. Pero cuando la técnica no interviene, escribir es también más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se levantan y toman el mando y completan el trabajo. Eso sucede, digamos, alrededor de la página 275. Claro está que yo no sé lo que sucedería si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad al juzgar su obra, más la honradez y el valor de no engañarse al respecto. Puesto que ninguna de mis obras ha satisfecho mis propias normas, debo juzgarlas sobre la base de aquélla que me causó la mayor aflicción y angustia del mismo modo que la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se convirtió en sacerdote. —¿Qué obra es ésa? —El Sonido y la Furia. La escribí cinco veces distintas, tratando de contar la historia para librarme del sueño que seguiría angustiándome mientras no la contara. Es una tragedia de dos mujeres perdidas: Caddy y su hija. Dilsey es uno de mis personajes favoritos porque es valiente, generosa, dulce y honrada. Es mucho más valiente, honrada y generosa que yo. —¿Cómo empezó El Sonido y la Furia? —Empezó con una imagen mental. Yo no comprendí en aquel momento que era simbólica. La imagen era la de los fondillos enlodados de los calzoncitos de una niña subida a un peral, desde donde ella podía ver a través de una ventana el lugar donde se estaba efectuando el funeral de su abuela y se lo contaba a sus hermanos que estaban al pie del árbol. Cuando llegué a explicar quiénes eran ellos y qué estaban haciendo y cómo se habían enlodado los calzoncitos de la niña, comprendí que sería imposible meterlo todo en un cuento y que el relato tendría que ser un libro. Y entonces comprendí el simbolismo de los calzoncitos enlodados, y esa imagen fue reemplazada por la de la niña huérfana de padre y madre que se descuelga por el tubo de desagüe del techo para escaparse del único hogar que tiene, donde nunca ha recibido amor ni afecto ni comprensión. Yo había empezado a contar la historia a través de los ojos del niño idiota, porque pensaba que sería más eficaz si la contaba alguien que sólo fuera capaz de saber lo que sucedía, pero no por qué. Me di cuenta de que no había contado la historia esa vez. Traté de volver a contarla, ahora a través de los ojos de otro hermano. Tampoco resultó. La conté por tercera vez a través de los ojos del tercer hermano. Tampoco resultó. Traté de reunir los fragmentos y de llenar las lagunas haciendo yo mismo las veces de narrador. Todavía no quedó completa, hasta quince años después de la publicación del libro, cuando escribí, como apéndice de otro libro, el esfuerzo final para acabar de contar la historia y sacármela de la cabeza de modo que yo mismo pudiera sentirme en paz. Ese es el libro por el que siento más ternura. Nunca pude dejarlo de lado y nunca pude contar bien la historia, aun cuando lo intenté con ahínco y me gustaría volver a intentarlo, aunque probablemente fracasaría otra vez. —¿Qué emoción suscita Benjy en usted? —La única emoción que puedo sentir por Benjy es aflicción y compasión por toda la humanidad. No se puede sentir nada por Benjy porque él no siente nada. Lo único que puedo sentir por él personalmente es preocupación en cuanto a que sea creíble tal cual yo lo creé. Benjy fue un prólogo, como el sepulturero en los dramas isabelinos. Cumple su cometido y se va. Benjy es incapaz del bien y del mal porque no tiene conocimiento alguno del bien y del mal. —¿Podía Benjy sentir amor? —Benjy no era lo suficientemente racional ni siquiera para ser un egoísta. Era un animal. Reconocía la ternura y el amor, aunque no habría podido nombrarlos; y fue la amenaza a la ternura y al amor lo que lo llevó a gritar cuando sintió el cambio en Caddy. Ya no tenía a Caddy; siendo un idiota, ni siquiera estaba consciente de la ausencia de Caddy. Sólo sabía que algo andaba mal, lo cual creaba un vacío en el que sufría. Trató de llenar ese vacío. Lo único que tenía era una de las pantuflas desechadas de Caddy. La pantufla era la ternura y el amor de Benjy que éste podría haber nombrado, y sólo sabía que le faltaban. Era mugroso porque no podía coordinar y porque la mugre no significaba nada para él. Así como no podía distinguir entre el bien y el mal, tampoco podía distinguir entre lo limpio y lo sucio. La pantufla le daba consuelo aun cuando ya no recordaba la persona a la que había pertenecido, como tampoco podía recordar por qué sufría. Si Caddy hubiese reaparecido, Benjy probablemente no la habría reconocido. —¿Ofrece ventajas artísticas el componer la novela en forma de alegoría, como la alegoría cristiana que usted utilizó en Una fábula? —La misma ventaja que representa para el carpintero construir esquinas cuadradas al construir una casa cuadrada. En Una fábula, la alegoría cristiana era la alegoría indicada en esa historia particular, del mismo modo que una esquina cuadrada oblonga es la esquina indicada para construir una casa rectangular oblonga.
REQUIEM PARA GUSTAVO
Lo sorprendió la muerte, haciendo lo que más quería, lo que fue su gran pasión vital, en medio de un recital poético: Hecho Terrible, pero a...
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LOS LIBROS DE LA 115 (PRIMERA PARTE) 1. CONSEJOS DE UN LOBO ENAMORADO. o cómo conquistar una mujer sin hacerla sufrir. Eleazar López C. (Tod...
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(Caracas, D.F. 1964) Biógrafo, ensayista, novelista y poeta. Licenciado en Letras, egresado de la Universidad Central de Venezuela. Especial...
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NO ES POLLO BORRACHO NI GALLINA SUDADA Corte los recuerdos en trozos pequeños. Ponga los buenos en una taza y guárdelos en la nev...