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El decálogo de Carlos Fuentes para el joven escritor latinoamericano
1.- Los libros no se escriben solos ni se cocinan en comité. Escribir es un
acto solitario y a veces aterrador.
2.- Leer mucho, leerlo todo vorazmente.
3.- No hay nueva creación literaria que no se sostenga sobre la creación literaria,
de la misma manera en que no hay tradición que perviva sin la savia de la
creación: no hay Lezama sin Góngora, y no hay desde ahora Góngora sin Lezama.
4.- Hay que preservar la imaginación.
5.- La realidad literaria no se limita a reflejar la realidad objetiva. La
primera añade a la segunda algo antes no estaba ahí, enriquece y potencia la
realidad primaria.
6.- La literatura tiene una relación directa con la historia. Aporta a la
ciudad la parte no escrita del mundo y se convierte en lugar de encuentro.
7.- Una vez publicada, la obra literaria deja de pertenecer al escritor y se
convierte en propiedad del lector.
8.- No se dejen seducir ni por el éxito inmediato ni por la ilusión de la
inmortalidad.
9.- El escritor tiene que asumir su posición social. Su presente le impide
sustraerse de su compromiso, no a la manera de Sartre, sino al libre compromiso
ciudadano.
10.- Lo dejo a la imaginación, la palabra y la libertad del joven escritor.
Por Carlos Torres Bastidas
Alejandro comenzó a correr entre otras
cosas, porque ya tenía cuarenta años, porque se lo ordenó la doctora Eloina de
La Hoz, que está bien buena por cierto,
también porque quería imitar a Murakami,
porque tenía una guerra a muerte con el sobrepeso, porque los domingos eran muy
aburridos, además porque tenía que dejar de beber tanto. Hizo un primer intento
con la natación, pero el agua siempre está muy fría y se estaba resfriando a
cada rato. Tenía además que terminar de criar a su hija de tres años, pagar la
universidad de la mayor, y publicar aquella novela que escribió hace dos
décadas y no había logrado publicar, demasiadas groserías Alejandro. El
manuscrito se había perdido en manos de una amante, experta en biomedicina que
trabajaba con el Dr. Jacinto Convit,
quien es el único que la ha leído y que
está vivo. El sol estaba
calentando al igual que los músculos de sus piernas. Las dos primeras vueltas
son las más importantes, aquí en Los
Próceres el circuito es casi perfecto, 1.300 metros según El Muta, quien es
un verdadero deportista y hombre de familia, me gustaría ser como él, ya que
fue futbolista, tiene igual que yo dos hijas, corre todos los días, nada cinco
piscinas, y a pesar de sus 50 años se mantiene en excelente forma, su esposa
está delgada y tiene un clínica odontológica,
sobre todas las cosas es un tipo muy popular, tiene muchos amigos a
quien les prepara parrilla todos los domingos. Es un carajo arrecho, de eso no
hay duda, continuó Alejandro cuyo sudor ya había comenzado a correr con gran
esfuerzo del cuello a la espalda. Hace
tiempo este circuito estaba muy abandonado, sin embargo El Muta nunca dejaba de
venir. Alejandro siempre buscaba un pretexto para quedarse sentado en la barra
de algún restaurante chino, donde las cervezas siempre estaban heladas y la
lejana compañía de un televisor mudo, con algún anónimo partido de futbol, lo
acompañaba en esas tardes de domingo que siempre son una verdadera
ladilla. Alejandro entró en calor,
aunque más le gustaría estar metido en la piscina del Círculo Militar con Sandy
Bullock, de la que siempre ha estado enamorado y más ahora, que se separó de
ese repulsivo tipo tatuado que le pegó cacho y que prefiere acostarse con
bailarinas y actrices porno. Al igual que a Murakami le gustaba mucho escuchar
música de los ochenta, mientras corría: Michael Jackson, Madonna, Los Bee Gees,
George Michael, y que le ayudan a mantener el ritmo de cada paso. Ahora sentía
la espalda sudada. Prefería hidratarse al terminar las ocho vueltas del circuito,
siempre lo terminaba en dos horas. Si su cálculo era correcto, cada vuelta se
daba en quince minutos, si daba ocho vueltas corría 10.400 Kmts, un buen
promedio según El Muta. Esa mañana de
domingo se encontró con su amigo, no venía corriendo a la contraria de todos
como siempre, sino que daba pasos lentos y venía cabizbajo. En ese momento se
detuvo el coro de “Stayin alive”.
Alejandro se quitó los audífonos para saludar a su amigo el corredor. “Hola
hermano, ¿cómo está todo? ¿Y las niñas?”. “Bien, bueno más o menos”, “¿Y tu
mujer?”. “Se fue”. Alejandro paró en seco: “¿Y esa vaina?”, “Conoció a un tipo
soltero, que fuma que jode, bebe caña, juega caballos y es más joven que
ella.”, “¡Coño!”, “Así son las vainas hermano” concluyó El Muta con resignación.
En
ese momento Alejandro quiso reanudar la carrera, pero vino a su mente la imagen
de la hermosa mujer rubia que conoció en el supermercado, sacó el Blackberry y
marcó su número.
Cs,
28-08-2020.
Esta mañana me encontré con mi vecino
Danilo. Venía algo demacrado, de inmediato le pregunté ¿qué fue lo que le pasó?
Su semblante estaba muy blanco, y pensé que «ese muchacho tenía que ir para la
playa».
«Anoche me robaron el carro, partieron el
vidrio trasero, y al parecer el tipo quiso sacar el reproductor MP3»
«Bueno, menos
mal que no pasó nada más»
«El vigilante
escuchó cuando rompieron el vidrio»
Es muy raro que con todo ese escándalo
nadie se hubiera dado cuenta.
«En fin…todo se
recupera menos la vida, lo que me preocupa más es que hoy tengo que casarme, y
no creo que pueda hacerlo en este estado»
Realmente vi que no estaba en condiciones
para eso. Le faltaba un brazo, del cual había quedado un muñón seco y desgarrado.
También su garganta mostraba moretones y sangre seca. Pensé que era difícil que
asista a una boda en ese lamentable estado.
«Hermano, creo que primero deberías ir al
hospital, o algo así, tu novia comprenderá»
«No lo creo, tú no sabes cómo es esa mujer
de regañona, y generalmente lo que dice, se cumple.»
Busqué al vigilante para decirle que Danilo
estaba en unas condiciones muy extrañas, pero no lo encontré. Vi la pantalla de
la computadora donde están las secciones de las diversas tomas de las cámaras
de seguridad. Por curiosidad o instinto
busqué la imagen para ver qué fue lo que le sucedió al vecino esa madrugada.
Se ve llegando a golpe de una. Abre la reja
para estacionarse. Una sombra negra se va acercando al pequeño vehículo, luego
se ve el parpadeo de la alarma del carro. No se puede ver exactamente qué fue
lo que sucedió. Se distingue al final un inmenso perro o lobo que sale con un
brazo de Danilo entre sus fauces. No
podía creer lo que veía, retrocedía una y otra vez la escena. Salgo de la
garita sin saber qué hacer o decir…
«Alejandro, ya es hora de levantarte,
llegarás tarde a la oficina» le dice su esposa que todavía bosteza.
«Está bien, está bien, quédate tranquila,
tuve una noche muy pesada»
Con mucha calma, con cierta flojera se
levantó, se duchó y se puso el traje para ir a trabajar. Tomó un café negro
amargo y bajó al estacionamiento y miró el carro de su vecino. Alarmado vio el
vidrio roto, fragmentos de vidrio por todo el estacionamiento. «Qué vaina con
esta inseguridad». Marcó el código para desbloquear el carro y meter el maletín
de la laptop. Abre la maleta y con
cierto asombro y desagrado se encuentra con un brazo desgarrado y lleno de
sangre.
El Camino de Santiago,
más que
una peregrinación espiritual.
Por Carlos Torres Bastidas
En primer lugar se plantea un encuentro
interno, con tu vida, con tus experiencias, y cada paso que damos, acompañado
de un bordón, de una mochila, tus zapatos de caminar, poca ropa, y en mi caso
un libro: La Biblia. Cada paso que damos va marcando un ritmo en nuestro
interior. Comienzan a aflorar imágenes, recuerdos de nuestra vida y memoria más
remota: Se conjugan el pasado con el presente, se perfila lo que tal vez
termine siendo nuestro futuro. El camino se presenta como una experiencia única
e intransferible de crecimiento físico, mental y espiritual.
No todos estamos preparados para alcanzar
esa meta, ese sendero en el cual nos embarcamos y que se convierte en una
metáfora de nuestra vida. Nada nos
garantiza el éxito cuando comenzamos con esta experiencia mística. Muchas
personas pueden abandonar, preguntarse qué están haciendo tan lejos de su
hogar, de su familia, de sus hijos, de la mujer que aman, de sus raíces. Y
muchos renuncian, pueden sufrir accidentes, y en algunos casos hasta perder la
vida.
Se deben superar muchas barreras y
obstáculos físicos, cansancio, ampollas, dolor. Sólo hace falta para iniciarlo,
humildad y valor. Esta humildad no es para humillarnos, y nuestro valor lo
mediremos nosotros mismos.
Según cuenta la leyenda, Santiago, uno de
los apóstoles, una vez muerto Jesucristo, con una profunda alma de peregrino,
se encaminó por los caminos de Dios, hacia España, hacia el Finisterre.
Santiago se dedicó a evangelizar a los paganos habitantes de la península por
muchos años. Luego de cumplir con su trabajo por esas tierras, Santiago vuelve
a Palestina, donde es capturado y ejecutado por orden de Herodes Agripa. Sus
discípulos roban su cuerpo y se embarcan en una pequeña balsa.
Siete siglos y setenta años después, una
lluvia de estrellas revelan a los cristianos, el lugar donde se encuentran los
restos de su santo patrono. Y se cree fervientemente, que esos restos, son los
que se encuentran en el arca que está bajo el altar mayor en la Catedral de
Santiago de Compostela.
La motivación más importante, es que la
persona que va a emprender el viaje, ya sea mental, espiritual o físicamente,
esté dispuesto a renunciar temporalmente a los bienes y las ataduras que le
retienen habitualmente.
Es necesario que antes de emprender el
Camino, el caminante ya se haya convertido en peregrino. No sabemos qué impulsa
a una persona, a someterse a esta prueba
trascendental en su vida. Qué puede llevarlo por caminos y tierras desconocidas
e insospechadas, andar por muchos kilómetros, en completa soledad, algunas
veces acompañado por amigos de ruta, que pueden estar junto a ti por varios
días, o semanas, y luego desaparecer, para no saber de ellos nunca más. Tal
como sucede en la vida.
Lo que sí podemos decir, es que tras esta
peregrinación, nuestra vida cambiará profundamente. Y pasaremos a ser otra persona,
demostraremos a nosotros mismos, y a los demás que este esfuerzo de caminar por
trechos tan largos, con sol, con lluvia, de madrugada, de noche, es realmente
valioso. Que fue importante conocer esos sitios y personas de fe
inquebrantable, que lograste conocer mientras ibas dejando tu huella en el
sendero y en sus vidas.
Símbolos del Camino. Acciones y contemplaciones
¿Desde dónde se parte? Dicen que una vez que sales de su casa, y en mi caso fue desde Caracas, vía Frankfurt. Luego de haber entrenado por meses en el Laguito del Círculo Militar, donde caminaba diariamente por 3 o 4 horas, donde como buen budista hacia daimoku, es decir recitar el mantra Nam miojo rengue kio, y continuar con fe, a que lograría alcanzar esa meta. Desde Alemania tomé un autobús que recorrió parte de Francia, hasta finalmente llegar a la ciudad de Burgos, para iniciar desde allí la caminata.
En Burgos pude adquirir varios símbolos y objetos, necesarios para continuar con la peregrinación. Compré un bordón, un excelente y fuerte compañero para las etapas más duras del camino. Una concha, que es el símbolo por excelencia del peregrino, y es una señal que nos permite identificar a otras personas, que están haciendo el camino. Luego adquirí en la Catedral de Burgos, una credencial de peregrino, que te permite buscar alojamiento en los albergues privados o municipales, y finalmente obtener la Compostela. Esa credencial debía ser sellada en todos los lugares y albergues, que permitan demostrar en la Catedral de Santiago, que se cumplió cabalmente con la peregrinación.
Cuando vemos ese pasaporte, vienen a
nuestra memoria, infinidad de lugares hermosos, paisajes y personas con las que
nos encontramos en la ruta. Las iglesias donde sellar: Sarria, Portomarín, Palas
de Rei, Furelos, Melide, Boente, Arzúa, Santa Irene, Pedrouzo, Monte do Gozo, y
finalmente Santiago de Compostela.
Para la concesión de la Compostela por parte de la S.I. Catedral de Santiago, se aceptan los requisitos que esta tenga establecidos, destacando en cualquier caso, que la Compostela es un documentos que se otorga cuando la peregrinación se hace con carácter religioso y se realiza por lo menos los 100 últimos kilómetros a pie o a caballo ó 200 en bicicleta. Es entonces cuando vemos con orgullo nuestro pasaporte y la Compostela que obtuvimos, y nos damos cuenta de la grandiosa e importante tarea realizada.
El aprendizaje que obtenemos, es que nada es imposible para el que se propone una meta, y tiene fe en alcanzarla, que mucha gente que conocemos y que puede ser por un breve momento, o para siempre, son importantes porque dejaron una marca en tu vida.
Dicen que la Compostela, que es el
pergamino en latín que obtenemos al finalizar el Camino, es el perdón de todos
nuestros pecados hasta el momento, por la iglesia católica. Sin embargo para mí
es un valioso recuerdo, de una hazaña espiritual, y la muestra de haber
cumplido con esa meta.
Para mí fue un encuentro conmigo mismo, de
más de 500 kilómetros a pie, y la posibilidad de conectar con mi energía
interna y aprender básicamente, qué cosas son realmente importantes en nuestra
vida. Y que nuestro paso por este mundo es efímero, temporal y breve. Que tal
como decimos los budistas, el apego a personas y objetos, es la causa de todos
nuestros sufrimientos. Y que hemos venido a esta vida para ser felices.
Muchas personas hacen la promesa de
continuar peregrinando año tras año, hasta alcanzar aquello que se han
propuesto, o por agradecimiento por haber podido recuperar la salud, o una
relación, o aquello que con fe fue solicitado al Apóstol. Ya que esa fuerza
interna tan poderosa, que inspira a muchas personas para luchar contra una
enfermedad como el cáncer, o el luchar por mantener una relación marital, o
alcanzar la felicidad, la prosperidad, el amor de tu familia, rescatar un
negocio, y tantas cosas que agobian de una manera u otra a todos aquellos que
hacen ese acto de fe, y muchas veces lo alcanzan contra todo pronóstico.
¿Por qué entonces, es tan importante para
una persona cumplir con esa peregrinación? Es la conexión indudablemente, entre
la vida terrenal, y esa vida mística, de encuentro con lo divino y lo
sobrenatural. Es esa fuerza que impulsa, que nos revitaliza y nos permite poder
sentir el aliento diario para continuar, la conexión con Dios, o con un santo,
ejemplo de peregrinaje y renunciación, de fe y de apostolado, en su clara
adhesión e imitación de Cristo; el Apóstol Santiago.
Breve reflexión post camino
Actualmente trato de dedicarme realmente a lo que para mí es importante. Es decir, la lectura, dedicar más tiempo a escribir, y poder alcanzar mi sueño, convertirme en un escritor de best sellers, y profesor universitario. Me lo he propuesto como metas, y dedico ahora la mayor parte de mi tiempo a lo que me gusta. La literatura y la práctica del deporte, además de la propagación del budismo. Lo que hace que me concentre más en lo importante, y baje la intensidad con las cosas urgentes, que aunque se que deben resolverse, pues les doy la importancia que merecen. He logrado gracias al Camino de Santiago, establecer estos valores en mi vida, y busco aplicarlos diariamente:
l) La gratitud: Cada amanecer doy gracias a Dios y al universo por todas las experiencias que se presentan en mi vida, por mi buena salud, por mi prosperidad y felicidad.
2)
La perseverancia: Me gusta mucho ser perseverante, y continuar hasta
alcanzar mis metas, graduarme en la universidad, terminar lo que inicio, y ser
constante con cualquier actividad que inicio en mi vida.
3)
La paciencia. Tengo ese valor gracias a Dios, y generalmente gracias a mi
paciencia he alcanzado cosas, metas, y ver el fruto de situaciones que
requerían esperar. Tengo un lema: No desesperar, lo que va a ser será.
Lo sorprendió la muerte, haciendo lo que más quería, lo que fue su gran pasión vital, en medio de un recital poético: Hecho Terrible, pero a...