viernes, 28 de agosto de 2020

 

     



Doble Turno

Por Carlos Torres Bastidas

     Esta mañana me encontré con mi vecino Danilo. Venía algo demacrado, de inmediato le pregunté ¿qué fue lo que le pasó? Su semblante estaba muy blanco, y pensé que «ese muchacho tenía que ir para la playa». 

     «Anoche me robaron el carro, partieron el vidrio trasero, y al parecer el tipo quiso sacar el reproductor MP3»

«Bueno, menos mal que no pasó nada más»

«El vigilante escuchó cuando rompieron el vidrio»

     Es muy raro que con todo ese escándalo nadie se hubiera dado cuenta.

«En fin…todo se recupera menos la vida, lo que me preocupa más es que hoy tengo que casarme, y no creo que pueda hacerlo en este estado»

     Realmente vi que no estaba en condiciones para eso. Le faltaba un brazo, del cual había quedado un muñón seco y desgarrado. También su garganta mostraba moretones y sangre seca. Pensé que era difícil que asista a una boda en ese lamentable estado.

    «Hermano, creo que primero deberías ir al hospital, o algo así, tu novia comprenderá»

    «No lo creo, tú no sabes cómo es esa mujer de regañona, y generalmente lo que dice, se cumple.»

    Busqué al vigilante para decirle que Danilo estaba en unas condiciones muy extrañas, pero no lo encontré. Vi la pantalla de la computadora donde están las secciones de las diversas tomas de las cámaras de seguridad.  Por curiosidad o instinto busqué la imagen para ver qué fue lo que le sucedió al vecino esa madrugada.

   Se ve llegando a golpe de una. Abre la reja para estacionarse. Una sombra negra se va acercando al pequeño vehículo, luego se ve el parpadeo de la alarma del carro. No se puede ver exactamente qué fue lo que sucedió. Se distingue al final un inmenso perro o lobo que sale con un brazo de Danilo entre sus fauces.  No podía creer lo que veía, retrocedía una y otra vez la escena. Salgo de la garita sin saber qué hacer o decir…

    «Alejandro, ya es hora de levantarte, llegarás tarde a la oficina» le dice su esposa que todavía bosteza.

    «Está bien, está bien, quédate tranquila, tuve una noche muy pesada»

     Con mucha calma, con cierta flojera se levantó, se duchó y se puso el traje para ir a trabajar. Tomó un café negro amargo y bajó al estacionamiento y miró el carro de su vecino. Alarmado vio el vidrio roto, fragmentos de vidrio por todo el estacionamiento. «Qué vaina con esta inseguridad». Marcó el código para desbloquear el carro y meter el maletín de la laptop. Abre la maleta  y con cierto asombro y desagrado se encuentra con un brazo desgarrado y lleno de sangre.

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