Esta mañana me encontré con mi vecino
Danilo. Venía algo demacrado, de inmediato le pregunté ¿qué fue lo que le pasó?
Su semblante estaba muy blanco, y pensé que «ese muchacho tenía que ir para la
playa».
«Anoche me robaron el carro, partieron el
vidrio trasero, y al parecer el tipo quiso sacar el reproductor MP3»
«Bueno, menos
mal que no pasó nada más»
«El vigilante
escuchó cuando rompieron el vidrio»
Es muy raro que con todo ese escándalo
nadie se hubiera dado cuenta.
«En fin…todo se
recupera menos la vida, lo que me preocupa más es que hoy tengo que casarme, y
no creo que pueda hacerlo en este estado»
Realmente vi que no estaba en condiciones
para eso. Le faltaba un brazo, del cual había quedado un muñón seco y desgarrado.
También su garganta mostraba moretones y sangre seca. Pensé que era difícil que
asista a una boda en ese lamentable estado.
«Hermano, creo que primero deberías ir al
hospital, o algo así, tu novia comprenderá»
«No lo creo, tú no sabes cómo es esa mujer
de regañona, y generalmente lo que dice, se cumple.»
Busqué al vigilante para decirle que Danilo
estaba en unas condiciones muy extrañas, pero no lo encontré. Vi la pantalla de
la computadora donde están las secciones de las diversas tomas de las cámaras
de seguridad. Por curiosidad o instinto
busqué la imagen para ver qué fue lo que le sucedió al vecino esa madrugada.
Se ve llegando a golpe de una. Abre la reja
para estacionarse. Una sombra negra se va acercando al pequeño vehículo, luego
se ve el parpadeo de la alarma del carro. No se puede ver exactamente qué fue
lo que sucedió. Se distingue al final un inmenso perro o lobo que sale con un
brazo de Danilo entre sus fauces. No
podía creer lo que veía, retrocedía una y otra vez la escena. Salgo de la
garita sin saber qué hacer o decir…
«Alejandro, ya es hora de levantarte,
llegarás tarde a la oficina» le dice su esposa que todavía bosteza.
«Está bien, está bien, quédate tranquila,
tuve una noche muy pesada»
Con mucha calma, con cierta flojera se
levantó, se duchó y se puso el traje para ir a trabajar. Tomó un café negro
amargo y bajó al estacionamiento y miró el carro de su vecino. Alarmado vio el
vidrio roto, fragmentos de vidrio por todo el estacionamiento. «Qué vaina con
esta inseguridad». Marcó el código para desbloquear el carro y meter el maletín
de la laptop. Abre la maleta y con
cierto asombro y desagrado se encuentra con un brazo desgarrado y lleno de
sangre.
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